NO ES EL TIEMPO

No es el tiempo quien me hace sabio, 
es todo aquello que dejo atrás,
todo lo que nunca había elegido y
que por circunstancias el destino se ha encargado de cruzar en mi camino.
No, no soy fuerte, 
solo intento aparentarlo,
hay momentos en los que el orgullo y mi cariño es lo único que me queda,
lo único que me mueve cuando los días carecen de sentido.
Debería de existir un escaparate donde mostrar nuestras experiencias, donde las personas equivocadas que se cruzaron con nuestra vida pudieran evaluar lo que hicieron con ella,
comprenderlo.
 El tiempo lo sana todo, 
aunque en realidad somos nosotros mismos quienes decidimos despojar de importancia a todo,
hacer como que nada duele, aunque de vez en cuando la lluvia de recuerdos nos deje empapados, húmedos, sin aliento.

No es el tiempo quien pone fecha a mi felicidad, 
es el sentirme preparado, el dejarme invadir de nuevo por esa sensación que hace que todo valga la pena, el compartir caricias y miradas que seguramente ya nunca podré olvidar.
No, no es él quien decide cuándo debes de entrar en mi vida, solo has de estar ahí, en el lugar más inesperado, con los ojos bien abiertos para no perder detalle de lo que está por venir.
Puedes convertirte en sanadora de cicatrices cuya titulación no se imparte en ninguna universidad,
 en constructora de sueños vocacional.
El tiempo es aquello que pierde sentido cuando dos almas gemelas se cruzan,
cuando se observan por primera vez y descubren que han nacido para estar junto a la otra,  cuando se deshacen de sus deseos reprimidos
y se alimentan de sonrisas, cuando se rozan, pero
también, a veces, es quien establece los límites,
es a quien debemos de apelar cuando se producen todas esas
situaciones que nos sumergen en lo más oscuro de nuestro ser.

No es el tiempo quien decide lo correcto, pero tampoco lo incorrecto.
Solo los valientes son capaces de lanzarse a la aventura de explorar otros corazones aún corriendo el riesgo de quedar sumidos en el desconsuelo,
 de exponer ante extraños su más absoluta vulnerabilidad,
de apostar por las situaciones más prohibidas y mantener la esperanza de normalizarlas
 ante los ojos de todos.
No, no es él quien me devuelve las fuerzas cuando ya no queda nada,
quien me ayuda a comprender que aquello no tenía sentido para poder continuar hacía delante,
quien determina si debes de entrar o salir de los sueños de cada noche que te echo de menos,
quien me obliga a mirar hacía otro lado cuando me cruzo en tu camino y así, sin más, eliminar tus recuerdos.
Algún día, como tantas y tantas veces hemos referido,
¨ que el tiempo nos ponga en nuestro sitio ¨,
 aunque tras conocernos
quizás siga detenido.











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