CUANDO DESTIÑEN LOS CORAZONES
Cuando destiñen los corazones las horas pesan, pero el tiempo ya nunca volvió a detenerse para ti, para mí, para nosotros; al menos por un espacio prolongado y de similar manera. Necesitábamos de esas heridas para hacernos fuertes y ¿quién sino para provocarlas que nosotros mismos? Nadie podría hacerlo mejor, nadie sería tan generoso. Cerré los ojos para tropezar contigo y tuve que acostumbrarme a mantenerlos en este estado para no dejar escapar lágrimas, para inventar un mundo en el que no existieras, en el que jamás te hubiera conocido, para que nada de lo que dejo afuera de él resulte verdadero. No precisábamos de reformas, sino de mudanzas y así lo hicimos, tan lejos el uno del otro que intentamos olvidarnos, manteniendo los recuerdos en esa línea que delimita lo prudente. Y ahí de nuevo, en el kilómetro cero de nuestros sentimientos, como si nada de esto hubiese sucedido, debatiendo con nosotros mismos si instalarnos para siempre en este lugar o c...